José L. González | Mi Historia
Nací en 1946 en un hogar donde las diferencias entre mis padres no podrían ser más drásticas. Uno traía una trasfondo familiar que incluía abuso verbal, físico y sexual, promiscuidad, incesto, asesinato y engaño; el otro provenía de una estirpe que incluyó ilustres antepasados — un barón y conde que fue el primer industrialista de Brasil y el primer obispo católico de Uruguay, hoy beatificado – y se enorgullecía de “haberle dado a la Iglesia un sacerdote en cada generación." Pese a dos generaciones de alcoholismo, la generación de mi madre produjo un cura gaucho, poeta e historiador y un acaudalado hacendado. De niño me identifiqué con la rama noble e intenté estudiar para sacerdote, pero careciendo la vocación al celibato, me rehusé a considerar el matrimonio hasta los 30, convirtiendo mi llamado en un apostolado por los pobres.
Fui un activista radical precoz bajo la tutela de mi párroco, quien nos guió en la lectura de El Capital Karl Marx. Me uní a otros jóvenes idealistas que soñaban con derrocar el "viejo orden" para establecer uno más justo, hasta que la creciente tensión política hizo que mis padres me mandaran fuera del país para dejar enfriar las cosas. Así fue que en 1964 emigré a los Estados Unidos de Norteamérica, dejando atrás un proyecto en pleno desarrollo de renovación urbana, que terminó con la construcción de 99 viviendas en un barrio marginal de mi ciudad.
Apenas emigré a los Estados Unidos, fui conscripto, pero preferí enlistarme en la Fuerza Aérea. Serví como enfermero atendiendo emergencias durante cuatro años en Texas y en Inglaterra. Pese a ser un militar estaba ardientemente opuesto a la guerra de Vietnam y simpaticé con el movimiento estudiantil radical de 1968. Terminado mi servicio militar permanecí por un tiempo en Europa, donde viajé extensamente y estudié en la Sorbona, entregándome a una vida disipada típica de la contra-cultura de los 60 y 70. Alterné por una década el arte, las drogas, el sexo “liberado” y el ocultismo, con la militancia política en la ultra izquierda. Fui aficionado del teatro en tres países, y edifiqué un teatro regional en Texas, pero también fui un organizador comunitario, luché por los derechos civiles de los emigrantes, defendí los derechos humanos de guerrilleros torturados, y ayudé a fundar un sindicato de trabajadores agrícolas. Me respaldaba frecuentemente en iglesias y clérigos progresistas, cultivaba relaciones con intelectuales de izquierda y desarrollaba mi propia crítica social radical.
Fui un activista radical precoz bajo la tutela de mi párroco, quien nos guió en la lectura de El Capital Karl Marx. Me uní a otros jóvenes idealistas que soñaban con derrocar el "viejo orden" para establecer uno más justo, hasta que la creciente tensión política hizo que mis padres me mandaran fuera del país para dejar enfriar las cosas. Así fue que en 1964 emigré a los Estados Unidos de Norteamérica, dejando atrás un proyecto en pleno desarrollo de renovación urbana, que terminó con la construcción de 99 viviendas en un barrio marginal de mi ciudad.
Apenas emigré a los Estados Unidos, fui conscripto, pero preferí enlistarme en la Fuerza Aérea. Serví como enfermero atendiendo emergencias durante cuatro años en Texas y en Inglaterra. Pese a ser un militar estaba ardientemente opuesto a la guerra de Vietnam y simpaticé con el movimiento estudiantil radical de 1968. Terminado mi servicio militar permanecí por un tiempo en Europa, donde viajé extensamente y estudié en la Sorbona, entregándome a una vida disipada típica de la contra-cultura de los 60 y 70. Alterné por una década el arte, las drogas, el sexo “liberado” y el ocultismo, con la militancia política en la ultra izquierda. Fui aficionado del teatro en tres países, y edifiqué un teatro regional en Texas, pero también fui un organizador comunitario, luché por los derechos civiles de los emigrantes, defendí los derechos humanos de guerrilleros torturados, y ayudé a fundar un sindicato de trabajadores agrícolas. Me respaldaba frecuentemente en iglesias y clérigos progresistas, cultivaba relaciones con intelectuales de izquierda y desarrollaba mi propia crítica social radical.
Volví a EE.UU en 1970 y comencé a organizar a los hispanos en las zonas urbanas y rurales de Nueva Jersey. Fue allí donde Diana y yo unimos fuerzas como compañeros de ruta en nuestra rebeldía, entre 1971 y 1979, combinando idealismo, libertinaje, política radical y pseudo-espiritualidad. Trabajamos juntos (con frecuentes separaciones) en causas como ayudar a los pobres, desarrollo comunitario, derechos civiles, sindicalismo, feminismo, la teatro comunitario, promoción de las artes, cabildeo político y derechos humanos. Vivimos en México, en California, en Texas y en Nueva Jersey, moviéndonos con frecuencia, experimentando con diversas drogas, estilos de vida y caminos “espirituales.” Peleábamos constantemente. Sin embargo, tras un encuentro providencial con un sacerdote carismático, nos llevó impulsivamente a comprometernos y casarnos. Tuvimos un hijo y éramos casados, pero seguíamos siendo los mismos rebeldes egoístas.
En 1975 los padres de Diana recibieron a Cristo poderosamente y de inmediato comenzaron a testificarnos de su nueva fe. Su amor y perdón fueron especialmente impactantes, ya que hasta ese momento me habían considerado una influencia dañina para su joven hija. El 8 de marzo de 1979, en una actividad cristiana en Nueva Jersey, ambos nos rendimos a Cristo simultáneamente. Tras seis meses de intenso de discipulado nos sentimos llamados a Virginia Beach en octubre de 1979.
Desde que conocimos a Cristo a los 33 y 25 años, respectivamente, nuestras vidas y fundamentos tuvieron que ser desmantelados y reconstruidos casi desde cero: aprendimos a vivir, a estar casados, a criar hijos, a obedecer a Dios, etc. Habiendo sido rebeldes radicales, el Señor nos hizo discípulos radicales. Él me dio un empleo como carcelero, y nos añadió cuatro hijos para arraigarnos en Su palabra. En nuestra iglesia, serví como diácono y luego fui ordenado anciano gobernante en 1985.
En 1983, Dios me llamó sobrenaturalmente a estudiar en Regent University, con el apoyo de nuestra iglesia, para prepararme para una futura visión que involucraría a esa Universidad. En 1986, un año después de que me gradué, el Señor me guio a fundar Semilla para enseñar a líderes cristianos latinoamericanos los principios de Dios. He realizado más de 150 viajes internacionales, enseñando y asesorado cientos de líderes cristianos emergentes y claves en 20 países y organizando 12 convocaciones internacionales de liderazgo. Después de crecer en el movimiento carismático, en 1995 Dios nos colocó en una iglesia de teología reformada abierta a la renovación, James River Community Church, donde soy también anciano gobernante. Él me ha usado tanto en Estados Unidos como en América latina y en algunos países de Europa, para enseñar sobre el amor, la autoridad, la cosmovisión bíblica, las relaciones sanas, el liderazgo cristiano y la transformación. Junto con mi esposa Diana, enseñamos sobre el matrimonio de pacto, radical y transformador.
En 1975 los padres de Diana recibieron a Cristo poderosamente y de inmediato comenzaron a testificarnos de su nueva fe. Su amor y perdón fueron especialmente impactantes, ya que hasta ese momento me habían considerado una influencia dañina para su joven hija. El 8 de marzo de 1979, en una actividad cristiana en Nueva Jersey, ambos nos rendimos a Cristo simultáneamente. Tras seis meses de intenso de discipulado nos sentimos llamados a Virginia Beach en octubre de 1979.
Desde que conocimos a Cristo a los 33 y 25 años, respectivamente, nuestras vidas y fundamentos tuvieron que ser desmantelados y reconstruidos casi desde cero: aprendimos a vivir, a estar casados, a criar hijos, a obedecer a Dios, etc. Habiendo sido rebeldes radicales, el Señor nos hizo discípulos radicales. Él me dio un empleo como carcelero, y nos añadió cuatro hijos para arraigarnos en Su palabra. En nuestra iglesia, serví como diácono y luego fui ordenado anciano gobernante en 1985.
En 1983, Dios me llamó sobrenaturalmente a estudiar en Regent University, con el apoyo de nuestra iglesia, para prepararme para una futura visión que involucraría a esa Universidad. En 1986, un año después de que me gradué, el Señor me guio a fundar Semilla para enseñar a líderes cristianos latinoamericanos los principios de Dios. He realizado más de 150 viajes internacionales, enseñando y asesorado cientos de líderes cristianos emergentes y claves en 20 países y organizando 12 convocaciones internacionales de liderazgo. Después de crecer en el movimiento carismático, en 1995 Dios nos colocó en una iglesia de teología reformada abierta a la renovación, James River Community Church, donde soy también anciano gobernante. Él me ha usado tanto en Estados Unidos como en América latina y en algunos países de Europa, para enseñar sobre el amor, la autoridad, la cosmovisión bíblica, las relaciones sanas, el liderazgo cristiano y la transformación. Junto con mi esposa Diana, enseñamos sobre el matrimonio de pacto, radical y transformador.